Veintisiete vagones de algodón de Tennessee Williams (Reseña)
Tennessee Williams puede fascinar y horrorizar al mismo tiempo. Personajes como los que encontramos en Veinte vagones de algodón son temibles, pero parecen sumamente reales. Quizá es porque podemos vislumbrar en ellos deseos ocultos. La obra se centra en un mundo que está destinado a su desaparición: El viejo Sur de los Estados Unidos, con sus plantaciones de algodón, terratenientes, días calurosos y noches frescas. Un hombre incendia una desmontadora perteneciente al Sindicato que ha llegado a la zona porque ésta ha monopolizado las tierras de cultivo y ha provocado que los agricultores locales empiecen a tener problemas. Con ello, logra que lo contraten para desmontar veintisiete vagones de algodón y hacer un negocio para subsistir. A cambio, Silva (representante del Sindicato), ejercerá una violencia desmedida sobre la esposa del hombre, la señora Meigham.
Contexto histórico: Guerra Civil Estadounidense
En la obra, Williams nos habla de un mundo que se está desmoronando. Él vivió entre los remanentes de ese viejo Sur esclavista que fue derrotado durante la Guerra Civil estadounidense con el triunfo de la Unión. La guerra terminó 26 años antes del nacimiento del autor, en 1911, sin embargo, para ese momento seguirá la división interna en Estados Unidos y la reorganización nacional que implicará la derrota de los esclavistas. El Sur, agrícola por excelencia, vivía de la mano de obra negra; mientras el norte apostaba por la industrialización. En la obra vemos esa lucha entre los poderes locales: Silva, representa a esa élite industrializada que llega a la zona; mientras el señor Meigham a los terratenientes del lugar. El uso de esclavos negros se empieza a remplazar por el uso de la máquina, pero las viejas costumbres se mantienen arraigadas en la mentalidad de los sureños.
Tennessee Williams
Gran parte de su obra es autobiográfica. Como vemos en la sección de “Biografía”, dedicada al autor por el canal MUNDO y presentada por Jack Perkins, él mismo vivió en la zona sur de Estados Unidos en una familia conservadora. Su padre fue un hombre violento y su madre una mujer reprimida sexualmente. Su hermana acusó a su padre de haberla violado, enloqueció y posteriormente se le practicó una lobotomía. Esas experiencias impactaron en su obra. Sus temas comunes son: las mujeres oprimidas, la sexualidad frustrada, la violencia masculina, la locura femenina y las violaciones. Mucho del conservadurismo encontrado en sus producciones fue vivido de primera mano. El escritor se encontraba en un país en el que se imponían nuevas condiciones económicas, pero que, socialmente, seguía siendo violento con ciertos grupos, como la población afroamericana, los homosexuales y las mujeres.
Gótico Suereño
Williams perteneció al renacimiento literario de un sur en transformación. Junto con el Gótico Sureño, impulsado por Faulkner, Williams presenció el nacimiento del Sur Moderno. Una de sus influencias más importantes como dramaturgo fue Antón Chejov. Por lo que la cotidianidad será el escenario fundamental en el que se desarrollan sus historias. Su teatro es de corte realista, preocupado por el universo interno de sus personajes para generar el efecto dramático. No es la gran historia al estilo de Edgar Allan Poe lo que caracteriza sus obras, sino el delicado desarrollo psicológico de sus personajes.
A través de ello encamina una fuerte crítica en contra del conservadurismo, la violencia y la represión. Pues son los sujetos de sus obras los que son afectados por esas ideas que oprimen a las sociedades. El status quo, sobre todo el que se desarrolla en el sur (racista, clasista y misógino) es el gran enemigo de Tennessie Williams, quien dedicaría sus obras a evidenciar estas problemáticas.
Lo que está de relieve en los actos terribles que cometen los personajes son sus deseos ocultos, inadmisibles para ellos mismos. Silva desea castigar al señor Meigham por destruir la desmontadora. El señor Meigham desea obtener un negocio que le permita subsistir. La señora Meigham desea encajar en sociedad . Esos deseos son el motor de la pieza teatral, y mueven como hilos ocultos los actos de cada uno en la narración. Desencadenando los acontecimientos y dejando a los espectadores fríos.
Violencia en Veintisiete vagones de algodón
En Veintisiete vagones de algodón encontramos que hay cierto disfrute en la violencia. Tanto Silva como el señor Meigham sienten placer en destruir, lastimar y humillar al otro. La misoginia de los personajes es impactante. Desde la violencia verbal, hasta la física se muestra en la obra. El lastimar al otro parece natural en una época en la que los caballeros ejercen el poder tanto de las tierras como sobre las mujeres. De hecho, en algún punto, la señora Meigham menciona América. Por lo que hay un parangón entre ambas ideas, la de las tierras americanas y el género femenino. Ambas son explotadas a favor de hombres que buscan el placer en cierto sadismo.
Es interesante observar la unión entre violencia, sexualidad y placer que existe en la obra. Según las acotaciones, la señora Meigham obtiene cierto disfrute en los golpes de su esposa, aseveración que también realiza Silva. Por lo que vemos que la relación entre dominante y dominado tiene un tinte erótico en el que ambas partes participan. Sin embargo, los límites de ese juego se ven transgredidos con Silva, quien comete una agresión desmedida contra la señora Meigham, lo cual desencadena el trágico desenlace.
Los episodios violentos nunca son mostrados directamente, sino que se manejan fuera del escenario. Aun así, eso no impide erizarse al imaginar de lo que son capaces los personajes de Williams. Lo único que el dramaturgo nos permite observar es el porche de los Meigham, ese pequeño microcosmos que es también su fachada. Pero hay un mundo oculto en los márgenes, una sugerencia terrible. Es el lugar donde pasa aquello que no puede contarse. El espectador sabe que lo inefable, lo indecible, está en ese espacio en blanco. Sabemos que en ese lugar se han transgredido los límites.
El deseo en Veintisiete vagones de algodón
Como puede observarse, el trabajo de Tennessee Williams se centra en el desarrollo de sus personajes a través de sus deseos. Eso les confiere a sus obras un fuerte sentido dramático, al mostrar ese pequeño cosmos burgués como una fachada, detrás de la cual se encuentran el deseo y la violencia como una forma de expresar aquello que se ha reprimido. Por lo cual, cuando leemos las obras del autor norteamericano nos encontramos ante una propuesta que apunta por la liberación de las normas sociales impuestas por el conservadurismo.
Su obra es un gran ejemplo si se busca ahondar en literaturas que apunten por la construcción psicológica de personajes. Pues, nunca explícito, el autor sabe manejarse en terrenos pantanosos y dejarnos ver justo lo necesario para entender el conflicto, pero no tanto como para darnos cuenta del artificio. Meras suposiciones son las que nos lleva a identificar en esos seres que vemos en el escenario las emociones y sentimientos que experimentan los personajes. Un escritor que, en definitiva, sabe manejar bien los silencios y los espacios en blanco.
