La metamorfosis de Franz Kafka
Desde tercero de secundaria me he sentido atraída por la literatura. Había disfrutado de obras como Crónicas Marcianas de Ray Bradbury y Narraciones extraordinarias de Allan Poe. Desde entonces, tuve el gusto por la ciencia ficción y el terror. No obstante, un día, en una de mis clases, mi vida literaria se expandió cuando la señorita Salomé, en ese entonces mi profesora de español, asignó al grupo la lectura de La Metamorfosis de Franz Kafka. Nunca había leído nada de este autor checo.
La historia de Gregorio Samsa, quien tras un sueño intranquilo se despierta convertido en un MONSTRUOSO INSECTO, me dejó boquiabierta. Aquel relato breve y surrealista me intrigó profundamente. Quería saber más sobre Franz Kafka y su obra.
Y, es que, cuando comienzas a leer el primer párrafo de La Metamorfosis, al igual que el personaje, tú, lector, ya te sientes desconcertado. “¿Qué me ha ocurrido?” se pregunta Samsa. Y esa pregunta jamás es contestada. Hecho que, como recurso literario, genera una mayor ambigüedad y una situación de absurdo en la narrativa. Por lo que, en torno a La Metamorfosis se ha generado una gran libertad de interpretación de la obra por parte de los lectores.
Continuando con la trama, a medida que Gregorio intenta comprender su transformación, bultosa y callosa, también busca adaptarse a ella. Enfrenta numerosos desafíos y dificultades. Una de estas dificultades, comienza con su familia, quien inicialmente sorprendida y preocupada porque Gregorio no se ha levantado para ir a trabajar, lucha por comunicarse con él. Mientras pasa el tiempo, aquello se vuelve imposible y cada vez más incómodo para Gregorio.
Gregorio se encuentra atrapado en su habitación sin poder hablar, lucha por moverse y realizar acciones cotidianas como abrir la puerta. A pesar de sus esfuerzos por comunicarse y explicar su situación, su familia no puede entenderlo y sólo consigue ser rechazado. Gregorio intenta mantener la calma, pero se enfrenta a un enorme aislamiento e incomprensión.
La historia avanza, la situación se vuelve más complicada y los problemas financieros se asoman. Pero nada parece ser más agobiante que la culpa que comienza a consumir por dentro a Gregorio Samsa al sentirse una carga. En este punto ya no bastan los cuidados de su hermana y la relación con su familia se deteriora hasta al grado del total abandono.
Gregorio Samsa se convierte así, en uno de los personajes que más me ha conmovido. La desesperación que siente a cada momento y el aislamiento social al que es sometido, es brutal. Samsa no sólo es deshumanizado físicamente, sino que emocionalmente está quebrado. A pesar de aquello, el protagonista trata (sin éxito) de encajar en aquella pesadilla en la que vive.
Ahora, años después, al releer La Metamorfosis, sus páginas me volvieron atrapar como aquella primera vez. Sólo que, a diferencia de mi yo adolescente, quien percibió aquel texto como una tragedia ajena, hoy, en mi adultez, me convenzo cada vez más de que Kafka tenía un mensaje mucho más profundo: El estilo de Kafka, además de sombrío y desesperanzador, es una crítica a una sociedad alienada. Es decir, a cualquier tipo de estructura sistemática que ya se encuentra deteriorada. Y de eso, ninguno nos escapamos. Me explico.
La familia es un tipo de sistema fundamental en la sociedad. Conlleva a la familiaridad y es el primer núcleo social que se encarga de transmitirnos valores, emociones y nos enseña, para bien o para mal, cómo socializar con los otros. Además, es desde aquí cuando aprendemos que existen jerarquías y roles sociales. En La metamorfosis, Gregorio Samsa es el principal sostén económico de su familia. Y su transformación, al no permitirle trabajar más, perturba ese equilibrio social.
Por ello, la familia de Gregorio también experimenta un choque emocional y psicológico para lidiar con esa nueva realidad. Y, al no ver mejoramiento de Gregorio, buscan la manera de que aquel sistema funcione. Así que deciden abandonar a Gregorio y buscar un esposo a su hermana.
Lo anterior no deja de ser cruel y cuestionable. ¿Se puede justificar aquella crueldad? ¿Qué otras estructuras sistemáticas aparecen en el relato? ¿Por qué importa tanto que se mantengan estas estructuras? ¿Vale la pena mantenerlas? No lo sé… Sin embargo, lo que a mí más me inquieta, es pensar que, por ser un sistema, es casi imposible de ver el fondo del problema. Y lo más aterrador, es que este problema parece aumentar mientras más buscamos una respuesta. Quizá por eso, este relato me preocupa tanto. ¿Es esto lo que llaman laberinto kafkiano? Y si es así, es una situación de la que al igual que Samsa, nunca vamos a terminar de comprender.
Si te interesa saber más sobre el mundo kafkiano, puedes leer otras de sus obras más conocidas como El Proceso y El Castillo. Además, Franz Kafka escribió una gran variedad de cuentos igual de alarmantes, como son “Ante la Ley”, “Un artista del hambre”, “Un médico rural”, “Un mensaje imperial”, “Ser feliz”, “Una confusión cotidiana”, entre más.

Publicar comentario