Kentukis de Samanta Schweblin (Reseña)
En la novela Kentukis, publicada en el 2019 por Penguin Random House, nos encontramos ante la angustia que producen los escritos de Samanta Schweblin. La autora argentina es famosa por producir textos especialmente inquietantes, en los que la tensión narrativa se mantiene a lo largo de todo su trabajo. Influenciada por las obras del fantástico argentino y las corrientes de lo extraño uruguayo, vemos en sus novelas pasajes siniestros como los de Felisberto Hernández o situaciones intranquilas que se prolongan a lo largo de la narración como en los cuentos de Julio Cortázar.
Esta es la segunda novela de la autora después de su éxito con Distancia de Rescate. En esta entrega, se nos cuenta la historia de un nuevo producto que sale al mercado, los kentukis. Animales de peluches que son manejados por usuarios en alguna otra parte del mundo. En esta realidad se puede ser o tener un kentuki. Los primeros obtienen el placer voyerista de vigilar al otro, pero su capacidad de expresarse es limitada, por lo que queda a expensas de su dueño. Los segundos tienen el control sobre sus “mascotas”, pero se verán sometidos a exponer su intimidad ante un desconocido.
Sinopsis
El libro contiene seis historias diferentes, las cuales nunca se tocan y todas existen en el mismo universo. Cada una de ellas habla sobre personas en diferentes partes del mundo, cuyas necesidades los llevan a ser o tener un kentukis. El supuesto invento del peluche parece pretender acercar a los sujetos unos con otros, igual que la promesa de las redes sociales, sin embargo, al final no se llega a la comunión sino a la agresión. Emilia, Alina, Enzo, Grigor, Marvin y Cheng Shi-Xu comparten un sentimiento de abandono constante en su vida cotidiana, por lo que deberán preguntarse cuál es el sentido de su existencia en el mundo real. Son personajes desvalidos ante el mundo y los lectores nos identificamos con eso. Cada uno de los ellos sentirá la frustración que implica el no poder establecer una comunicación completa. Sentirse atrapados sin poder comunicarse con los otros.
Análisis de Kentukis
Personajes
Schweblin ha comentado que el lenguaje oral la incómoda, porque no le es posible controlarlo. Quizá eso explica los problemas que expresan sus personajes en la obra. Por un lado, los kentukis únicamente pueden expresarse mediante gruñidos o gestos, lo cual da paso a una serie de malentendidos. Hay un problema para explicar al otro quién es ese kentuki, por lo que se mantiene la sensación de ser observado. Situación que lleva a la violencia y la agresión, como los arrebatos de Kalus contra Emilia o los episodios paranoicos de Alina. De una u otra forma, los personajes de la novela terminan lastimados los unos por los otros.
La relación entre ellos es mercantil, más que afectiva. En el mundo planteado por la escritora argentina, los kentukis se compran. Eso establece una relación asimétrica, en la que ambas partes se vuelven extrañas y peligrosas. Los kentukis están a expensas de sus dueños, que deciden en qué partes de la casa pueden entrar o las horas que tienen para interactuar, mientras que los dueños deben soportar el peso de la mirada del otro.
Como es una relación que ha surgido de una transacción, no se puede saber qué es lo que se ha adquirido. Ya no se está solo, pero ¿quién está del otro lado? En ese juego de mirar y ser mirado también el lector participa. En medida de que va leyendo la novela, él también es un poco voyerista. Las historias van sucediendo al ser invocadas mediante la lectura. Nos vemos forzados a pensar en la relación que establecemos con lo que vemos, en la responsabilidad de observar al otro y su intimidad.
Tensión narrativa
Uno de los elementos que provoca cierta inquietud a lo largo del libro es tener esos objetos pensantes. Los kentukis, con sus formas de animalitos, son como un juguete, un elemento que nos conecta con la infancia. Por eso es aterrador que pueda lastimar a los personajes.
En ese sentido podemos observar la influencia de narradores como Felisberto Hernández en la narrativa de Schweblin. Si en el autor uruguayo los objetos tienen conciencia por efecto de lo fantástico, en las obras de la argentina son los seres humanos los agentes aterradores que provocan la desestabilización del otro. Schweblin nos hace pensar en cómo estamos estableciendo relaciones interpersonales, pues, el éxito de los kentukis radica en su despersonalización; es decir, no estamos ante una persona, sino ante una “mascota” que nos entiende. Es una relación desigual. Esa asimetría llevará a la agresión, a buscar el sentimiento de poder y dominación sobre los demás.
Las obras de Schweblin mantienen siempre esa tensión incómoda que nos hace querer saber más y nos lleva hasta el final. Esa capacidad para generar diversas emociones en el lector se relaciona con el control que ejerce sobre el lenguaje. La misma autora comenta en la entrevista para la Biblioteca Nacional Mariano Moreno que “Lo que hace la literatura es jugar con el poder de invocación de las palabras, y las palabras invocan con mucha precisión”. Por lo que la obra funciona como si se tratase de un trabajo de relojería puntillosamente examinado.
Las obras de Schweblin
Schweblin es una narradora potente. En sus textos nos hace reflexionar sobre el mundo en el que vivimos y sobre qué implica ser humano. Obras como Distancia de rescate o Kentuki enfrentan al lector y lo llevan a evaluar cómo está estableciendo sus relaciones afectivas, y los contextos en los que se desarrollan. No es casual que este libro fuera nombrado por el New York Times como uno de los más esperados del 2018; considerando que la precisión con la que utiliza el lenguaje y la maestría en la construcción de sus personajes es asombrosa. Sin duda, una de las mejores narradoras de la literatura latinoamericana actual.
